De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17-18
18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
«Queridos amigos, permítame compartir con ustedes las palabras inspiradas del apóstol Pablo, encontradas en 2 Corintios 5:17-18. En estas palabras preciosas, hallamos un tesoro de consuelo y esperanza para el alma atribulada:
‘Así que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.’
Oh, qué glorioso mensaje de transformación y redención tenemos en estas palabras. Pablo nos habla de un cambio radical, una metamorfosis divina que ocurre en aquellos que están unidos a Cristo por fe. La vieja vida de pecado y transgresión es dejada atrás, y en su lugar, surge una nueva vida, una vida vivida en comunión con Dios.
Y ¿cómo es esto posible? Es posible solamente a través del sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo. Él, en Su amor incomparable, nos reconcilió con Dios mismo. Nos lavó con Su preciosa sangre, quitando nuestras manchas de pecado y restaurando nuestra relación rota con el Padre celestial.
Pero no termina ahí, mis queridos amigos. No solo hemos sido reconciliados con Dios, sino que también hemos sido comisionados con el glorioso ministerio de la reconciliación. Somos embajadores de Cristo en este mundo, llevando el mensaje de esperanza y salvación a aquellos que todavía están perdidos en la oscuridad del pecado.
¡Oh, qué privilegio incomparable es el nuestro! Que podamos abrazar con fervor este llamado divino y compartir la buena nueva de la reconciliación con un mundo necesitado. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes de la transformación que Cristo obra en aquellos que confían en Él.
Que estas palabras de Pablo resuenen en nuestros corazones hoy y siempre, recordándonos la maravillosa obra de redención que Dios ha realizado en nosotros a través de Su amado Hijo. Amén.»
