Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

Hebreos 12:8

Reflexión de Hebreos 12:8

Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.



Hebreos 12:8 (RVR1960): “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”

Hermenéutica
La hermenéutica de este versículo nos lleva a entender el contexto en el que fue escrito y cómo se aplica a la vida de los creyentes. En el libro de Hebreos, el autor se dirige a una comunidad de cristianos judíos que estaban enfrentando persecuciones y tentaciones de volver al judaísmo para evitar el sufrimiento. En este capítulo, el autor enfatiza la importancia de la disciplina divina como una evidencia del amor y la relación de Dios con sus hijos.

En la cultura del primer siglo, la disciplina era vista como una parte esencial de la educación y formación de los hijos. El concepto de disciplina incluía corrección, instrucción y entrenamiento con el fin de formar el carácter y la moral de una persona. Aquí, la disciplina de Dios es presentada como una confirmación de nuestra filiación divina; aquellos que no experimentan la disciplina de Dios no son considerados verdaderos hijos, sino ilegítimos.

Síntesis Bíblica
Hebreos 12:8 forma parte de un discurso más amplio sobre la disciplina de Dios que comienza en Hebreos 12:5 y se extiende hasta el versículo 11. El autor cita Proverbios 3:11-12 para recordar a los creyentes que no deben menospreciar la disciplina del Señor ni desanimarse cuando son reprendidos por Él. La disciplina es una señal de que Dios los trata como hijos, y cada hijo verdadero recibe disciplina.

La disciplina divina es comparada con la disciplina paternal humana en los versículos 9 y 10, mostrando que, aunque nuestros padres terrenales nos disciplinan por un tiempo limitado y según su juicio, la disciplina de Dios es siempre para nuestro bien y tiene el propósito de que participemos de su santidad. La conclusión es que la disciplina produce “fruto apacible de justicia” en aquellos que han sido entrenados por ella (Hebreos 12:11).

Exégesis
El término “bastardos” en Hebreos 12:8 es una traducción del griego “νόθοι» (nothos), que significa ilegítimo o no reconocido como hijo legítimo. En el contexto de la época, un hijo ilegítimo no tenía los mismos derechos ni era considerado parte de la familia de la misma manera que un hijo legítimo. Este fuerte lenguaje subraya la seriedad de la disciplina divina: si Dios no nos disciplina, significa que no nos reconoce como sus hijos legítimos.

La palabra “disciplina” (griego: παιδεία, paideia) abarca instrucción, corrección y entrenamiento. La disciplina es vista como un acto de amor y cuidado paternal, destinado a guiar y corregir a los hijos. Sin esta disciplina, los creyentes no tendrían la evidencia de ser hijos de Dios, ya que todos los verdaderos hijos participan de ella.

Versículo Contrastante
Proverbios 3:11-12 (RVR1960): “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.”

Este pasaje de Proverbios, citado en Hebreos 12:5-6, resalta la misma verdad de que la disciplina es una expresión del amor de Dios. Al contrastar estos versículos, vemos que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento subrayan que la corrección y disciplina de Dios son señales de su amor y cuidado paternal.

Conclusión
Hebreos 12:8 nos llama a aceptar y valorar la disciplina de Dios como una confirmación de nuestra relación filial con Él. La falta de disciplina sería una señal alarmante de no ser verdaderamente hijos de Dios. Este versículo nos anima a soportar la disciplina con paciencia, sabiendo que es para nuestro bien y que nos forma en santidad. Al entender y aceptar la disciplina divina, podemos crecer en justicia y carácter, reflejando cada vez más la santidad de Dios.


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