Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Apocalipsis 3:20

Reflexión de Hebreos 12:1-2


despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante»



Hebreos 12:1-2 se inserta en una de las secciones más profundas de la carta a los Hebreos, que nos habla de la perseverancia en la fe, después de un repaso de los héroes de la fe en el capítulo 11. El autor de Hebreos, al comenzar el capítulo 12, llama a los creyentes a continuar su carrera espiritual mirando hacia los ejemplos del pasado y, sobre todo, manteniendo su mirada fija en Cristo, el modelo supremo de fe.

Implica considerar las imágenes y metáforas que el autor utiliza, como «la carrera» y «los testigos», que sugieren una disciplina activa y una comunidad de apoyo que observa y anima. Además, al hacer referencia a Jesús como «el autor y consumador de la fe», se subraya la centralidad de Cristo como el iniciador y perfeccionador de la fe cristiana.
«Nosotros también, que estamos rodeados de tan gran nube de testigos» (v. 1):
La frase «nube de testigos» hace referencia a los creyentes del capítulo anterior, quienes, por medio de su fe y perseverancia, dieron testimonio de la fidelidad de Dios. Esta «nube» no se refiere a una observación pasiva, sino a una animada presencia que nos impulsa a seguir adelante, como una audiencia que observa a los competidores en una carrera.

    «Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia» (v. 1):
    El «peso» no es necesariamente pecado, sino cualquier cosa que nos entorpezca en nuestra caminata espiritual. Esto podría ser una vida cargada de preocupaciones, distracciones o incluso buenos hábitos que, sin ser malos, nos desvían del propósito divino. El «pecado» que nos asedia es algo más directo: es la inclinación a la desobediencia, que debemos evitar para correr la carrera con efectividad.

    «Corramos con paciencia la carrera» (v. 1):
    La metáfora de la carrera evoca la idea de un maratón, una prueba que requiere resistencia y perseverancia. «Paciencia» es sinónimo de perseverancia, no de pasividad, sino de una disciplina activa que nos mantiene firmes en medio de la adversidad.

    «Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (v. 2):
    Aquí se enfatiza que Jesús es tanto el principio como el fin de nuestra fe. Él comenzó nuestra fe al darnos el ejemplo perfecto de obediencia y confianza en el Padre, y Él la perfeccionará, llevándola a su cumplimiento final en nosotros. La frase «puestos los ojos» implica una concentración total en Él, manteniendo la mirada fija en Él como nuestro modelo y esperanza.

    «Quien por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza» (v. 2):
    Jesús no solo soportó la cruz por deber, sino también por el «gozo» que veía más allá del sufrimiento: la salvación que Él traería a la humanidad y la gloria que le esperaba en la resurrección. La cruz, aunque una fuente de vergüenza y dolor, fue vista por Jesús como el medio para alcanzar un fin glorioso.

    Pasajes Contratantes y Paralelos
    Pasajes Contratantes:

      Mateo 11:28-30:
      Jesús invita a los que están cargados a venir a Él y encontrar descanso. En Hebreos 12:1-2, se nos insta a despojarnos de todo peso, lo cual puede contrastarse con el llamado de Jesús a descansar en Él. Sin embargo, mientras en Mateo se refiere a aliviar las cargas de la vida, en Hebreos se trata de quitar aquello que nos impide avanzar espiritualmente.

      Filipenses 3:13-14:
      Pablo también utiliza la metáfora de una carrera, pero aquí enfatiza el olvido de lo que queda atrás y el esforzarse hacia lo que está adelante, en una búsqueda de alcanzar la meta en Cristo. Mientras en Hebreos se habla de la perseverancia, en Filipenses el enfoque es la motivación por el premio.

      Pasajes Paralelos:

      1 Corintios 9:24-27:
      Pablo, al igual que el autor de Hebreos, utiliza la metáfora de la carrera para hablar de la disciplina espiritual. Ambos enfatizan la necesidad de esfuerzo y preparación para alcanzar la victoria, con Cristo como el objetivo final.

      Hebreos 10:35-39:
      El autor de Hebreos también habla de la perseverancia y la necesidad de mantener la fe firme en medio de las pruebas, exhortando a no abandonar la esperanza.

      Conclusión
      Hebreos 12:1-2 es un llamado claro a vivir una vida de fe activa y perseverante. Al mirar los ejemplos de los héroes de la fe, como la «nube de testigos», somos inspirados y desafiados a dejar de lado todo lo que nos pesa y nos limita. Jesús, quien es el autor y consumador de nuestra fe, es el modelo perfecto al que debemos fijar nuestra mirada.

        Este pasaje nos recuerda que la vida cristiana es una carrera, no una carrera fácil, pero una carrera en la que, al mantener nuestros ojos fijos en Cristo, podemos perseverar. Cristo no solo es el principio de nuestra fe, sino el que la llevará a su cumplimiento. Si tomamos el ejemplo de Jesús, quien sufrió por el gozo que le esperaba, podemos afrontar nuestras propias dificultades con esperanza y valentía, sabiendo que nuestra recompensa está asegurada.

        Así, el cristiano está llamado a vivir con perseverancia, en constante disciplina, pero siempre con la mirada puesta en Jesús, quien nos fortalece y nos lleva a la meta. En esta carrera de fe, Él es tanto el camino como la meta, el principio y el fin

        1. El Llamado a la Carrera Celestial
          Cuando el autor de Hebreos nos presenta a esta nube de testigos (v. 1), no está simplemente hablándonos de una multitud que observa desde un asiento celestial, sino de aquellos que han prefigurado nuestra victoria. Los héroes de la fe, aquellos que corrieron antes que nosotros, nos dejan no solo un testimonio de lo que significó su vida en Cristo, sino también una profecía viviente de lo que nos espera al final de nuestra propia carrera. ¿Qué tipo de testigos son estos? No simplemente los que nos observan, sino los que nos animan desde la eternidad, pues, escatológicamente, son los primeros partícipes de la gloria que nosotros también alcanzaremos.

        En términos escatológicos, el fin de la carrera no es simplemente un descanso temporal, sino una entrada definitiva al reino eterno donde la fe se convierte en visión, donde la lucha se convierte en coronación y donde la cruz es transformada en gloria eterna. En otras palabras, la «nube de testigos» es nuestra alabanza y nuestra inspiración para no detenernos. ¡Ellos, que ya han alcanzado la meta, nos empujan a seguir adelante hacia la culminación del reino de Dios!

        1. Despojándonos del Peso: Una Carrera hacia la Eternidad
          El apóstol nos habla de despojarnos de todo peso (v. 1), un acto escatológico que refleja lo que viviremos en el futuro. El peso de esta vida, el pecado, las preocupaciones temporales, todo aquello que nos impide correr con libertad, será finalmente removido en el final de los tiempos. Pero, hermanos y hermanas, ese futuro glorioso empieza ya. ¡Ahora es el tiempo de soltar!

        En el futuro escatológico, cuando seamos transformados a la imagen de Cristo, veremos cómo cada peso que nos limitaba se desvanecerá, y nuestra naturaleza pecaminosa será despojada por completo. Pero hoy, mientras vivimos en la tensión entre el ya y el todavía no, debemos practicar este despojo, no solo de los pecados evidentes, sino también de las distracciones que nos apartan del gozo celestial que nos espera.

        1. Corramos con Paciencia: La Carrera Escatológica de la Fe
          La paciencia mencionada aquí (v. 1) es mucho más que simplemente «aguantar» hasta llegar al final. En términos escatológicos, es la paciencia que sostiene nuestra esperanza futura. La carrera de la fe no es una carrera de velocidad, sino una prueba de resistencia. Aquí, el fin no es la meta instantánea, sino la promesa final. En el futuro escatológico, todos los que perseveren en la fe serán recompensados con la corona de justicia (2 Timoteo 4:8).

        Pero ojo, la carrera de la fe no es únicamente una prueba de resistencia humana. ¡No estamos corriendo en nuestras fuerzas! El autor de nuestra fe, Jesucristo, está en el trono, y a Él debemos mirar para recibir la gracia y la fortaleza que necesitamos. En este viaje, estamos esperando el cumplimiento escatológico: la plenitud de Cristo en su reino, donde el correr será finalmente transformado en gloria y descanso.

        1. Puestos los Ojos en Jesús: La Meta Escatológica de Nuestra Fe
          Jesucristo es el «autor y consumador de la fe» (v. 2). Esta frase tiene una resonancia escatológica profunda. Jesús no solo empezó nuestra carrera como el principio de nuestra salvación, sino que Él es también el fin de nuestra fe. Esto no significa solo que Él completó su obra en la cruz, sino que, en el fin de los tiempos, Él será todo en todos, y nuestra fe será transformada . Cuando Cristo regrese, ya no necesitaremos fe, porque «veremos cara a cara» (1 Corintios 13:12).

        Este Cristo, que por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz (v. 2), no solo nos da ejemplo de cómo perseverar en medio del sufrimiento, sino que también nos muestra la meta escatológica que nos espera: la gloria eterna en la presencia de Dios. El «gozo» delante de Él no solo fue el gozo de la salvación que Él traería a la humanidad, sino la gloria que le esperaría al final de todo el proceso redentor. En este sentido, nuestra carrera también está definida por ese gozo que nos aguarda en los cielos.

        1. Escatología y la Cruz: El Final Glorioso del Camino
          Cuando consideramos a Cristo menospreciando la vergüenza de la cruz (v. 2), estamos ante una profecía de redención escatológica. En ese sacrificio, Jesús despojó a la muerte de su poder, la vergüenza de la cruz se convirtió en la gloria del sacrificio perfecto, y el final de la carrera de Jesús fue un triunfo absoluto sobre la muerte. En términos escatológicos, la cruz no es un fracaso, sino el comienzo del fin del dominio del pecado y la muerte.

        Nosotros, los que seguimos a Cristo, estamos llamados a mirar a la cruz no solo como un evento histórico, sino como la llave que nos abre la puerta hacia la gloria futura. En este contexto, la victoria escatológica sobre el pecado y la muerte ya ha sido alcanzada en Cristo, y ahora, mientras vivimos en la anticipación del reino venidero, debemos vivir como si ya estuviéramos allí, con los ojos puestos en la meta final: la presencia eterna de Dios.

        La Carrera hacia la Gloria Final
        Querido hermano, querida hermana, estamos en una carrera. Una carrera que no solo está marcada por la fe que profesamos, sino por la esperanza escatológica de un futuro glorioso. El autor de Hebreos nos invita a mirar hacia adelante, hacia el fin de nuestra peregrinación, hacia el día cuando todos nuestros esfuerzos serán coronados con la gloria de la presencia de Cristo.

        Hoy corremos con fe y paciencia, despojándonos de todo lo que nos pesa y mirando a Jesús. Sabemos que la cruz, que un día fue la humillación más grande, ahora es la señal de nuestra victoria eterna. Cristo es tanto el principio como el fin, y su regreso será la consumación perfecta de lo que ahora vivimos por fe.

        Así que, mientras vivimos este maratón de la fe, no olvidemos que el gozo puesto delante de nosotros será mucho mayor que cualquier sufrimiento presente. ¡La meta está cerca, y Cristo está esperando para darnos la corona!



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