En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.

Salmos 119:11

Reflexión de Salmos 119:11

En mi corazón he guardado tus dichos

El Salmo 119 es el más extenso de todos los salmos y está dedicado a la alabanza y meditación en la Palabra de Dios. Está estructurado en 22 secciones (correspondientes a las letras del alfabeto hebreo), cada una con 8 versículos, y cada verso dentro de cada sección comienza con la misma letra del alfabeto.

Este salmo fue compuesto en un contexto en el que la Ley de Dios era fundamental para la vida y la fe del pueblo de Israel. La meditación en la Palabra de Dios no solo era una práctica espiritual, sino una forma de vida para los creyentes.

El verbo «guardar» en hebreo (shamar) implica más que solo mantener algo a salvo; también significa proteger, observar cuidadosamente y obedecer. En este versículo, el salmista expresa un compromiso personal de guardar las palabras de Dios en su corazón.


Salmos 119:11 se enfoca en dos aspectos esenciales:

Guardar en el corazón: Esta frase implica un acto deliberado de retener, meditar y memorizar la Palabra de Dios. No es solo un conocimiento intelectual, sino una integración profunda de los principios divinos en la vida cotidiana.

Propósito de no pecar: El salmista reconoce que al tener la Palabra de Dios guardada en su corazón, está equipado para resistir la tentación y vivir una vida que honre a Dios. La Palabra actúa como una guía y un escudo contra el pecado.


El Salmo 119 en su totalidad exalta la Palabra de Dios como una fuente de sabiduría, guía y protección. Cada verso refleja el anhelo profundo del salmista de obedecer y vivir según los mandamientos divinos. Salmos 119:11 específicamente destaca la importancia de internalizar la Palabra para evitar el pecado y fortalecer la relación con Dios.


Mateo 4:4 «Jesús respondió: —Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios .» Este pasaje muestra la importancia vital de la Palabra de Dios para sustentar la vida espiritual del creyente.

Proverbios 4:23 «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.» Este verso subraya la necesidad de proteger el corazón, donde se almacenan y procesan los pensamientos y actitudes, incluyendo la Palabra de Dios.

efesios 6:10-18 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;


La enseñanza de Salmos 119:11 nos desafía a:

Meditar constantemente en la Palabra de Dios para conocerla más profundamente.
Memorizar versículos clave que nos ayuden a resistir la tentación y fortalecer nuestra fe.
Aplicar los principios bíblicos en nuestra vida diaria, permitiendo que la Palabra transforme nuestros pensamientos y acciones.
Al guardar la Palabra de Dios en nuestro corazón, no solo cumplimos con un mandato espiritual, sino que también experimentamos la promesa de una vida renovada y transformada por el poder de Dios.

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En conclusión queridos amigos y hermanos, el Salmo 119:11 nos presenta un llamado urgente y personal a la acción espiritual: guardar diligentemente la Palabra de Dios en nuestros corazones. Este versículo no solo nos insta a memorizar versículos bíblicos, sino a internalizar profundamente los principios divinos para que moldeen nuestras decisiones y actitudes diarias. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestra relación con Dios, sino que también nos armamos contra las tentaciones del pecado. Así, vivimos una vida que refleja la sabiduría y el amor de nuestro Creador, siendo testigos vivientes del poder transformador de la Palabra de Dios en nuestras vidas.


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