Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

Hebreos 12:8

Reflexión de Hebreos 12:8

Pero si se os deja sin disciplina, entonces sois bastardos, y no hijos.


Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
En este versículo, el autor de Hebreos presenta una enseñanza sobre la disciplina divina y su significado espiritual para los creyentes. El término «disciplina» en griego (paideia) no se refiere únicamente a castigo, sino más bien a la formación y corrección que un padre da a su hijo para su bienestar y crecimiento. Aquí, se utiliza para ilustrar cómo Dios trata a sus hijos espirituales.
La frase «todos han sido participantes» indica que la disciplina no es exclusiva de unos pocos, sino que todos los hijos de Dios experimentan este proceso formativo. Es un indicativo de la paternidad de Dios sobre sus hijos espirituales, comparándolos con hijos legítimos que reciben corrección amorosa de un padre.

Proverbios 3:11-12 (RVR 1960)

No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección; Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.

Este pasaje muestra cómo la disciplina es una expresión de amor por parte de Dios, similar a la relación entre un padre y su hijo.

1 Corintios 11:32 (RVR 1960)

Mas cuando somos juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

Aquí se observa que el castigo o la disciplina de Dios son una forma de protección y restauración espiritual para sus hijos.
La disciplina divina es una prueba del amor y la paternidad de Dios hacia sus hijos espirituales. Así como un padre terrenal corrige a su hijo para su propio bien, Dios disciplina a los creyentes para santificarlos y conformarlos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Esta corrección es parte del proceso de crecimiento espiritual y evidencia de nuestra filiación en Dios.


Hebreos 12:8 nos recuerda que la disciplina espiritual es un signo distintivo de la relación íntima que tenemos con Dios como sus hijos. Es un proceso formativo que nos lleva a una mayor semejanza con Cristo y fortalece nuestra fe. Por lo tanto, en lugar de resentir la disciplina de Dios, debemos recibirla con gratitud y humildad, sabiendo que es para nuestro beneficio espiritual y para su gloria.


En Conclusión Queridos hermanos, contemplad la disciplina divina como un sello de vuestro alto llamamiento en Cristo. Así como el buen padre disciplina a su hijo por amor, nuestro Padre celestial nos corrige para nuestro propio bien y santidad. No temáis ni despreciéis la mano que os guía y moldea, pues en cada corrección está la promesa de un corazón paterno que desea perfeccionarnos en Cristo. Aceptad con gozo la disciplina del Señor, sabiendo que es prueba de su amor y cuidado por vosotros. Que esta verdad fortalezca vuestra fe y nos impulse a vivir en sumisión y gratitud ante el Padre que nos ama con un amor eterno.


.

0:00

Author

Write A Comment