No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
1 Corintios 10:13
«Queridos hermanos, en la sabiduría divina hallamos un faro que ilumina nuestro sendero terrenal. La Palabra del Señor nos instruye con claridad y nos advierte de las trampas del pecado. En el décimo capítulo de la primera epístola a los Corintios, Pablo nos insta a contemplar las lecciones de la historia sagrada. Observamos cómo el pueblo de Israel, a pesar de haber sido testigos de prodigios inigualables, cayó en la tentación y la desobediencia.
Así como ellos, también nosotros enfrentamos luchas y tentaciones en nuestro caminar cristiano. Pero en medio de las pruebas, recordemos la fidelidad de Dios. Él no nos dejará ser tentados más allá de lo que podamos soportar. En Su gracia, provee una salida para cada tentación, para que podamos resistir y perseverar.
Esto no significa que estaremos exentos de desafíos, pero sí que contamos con el auxilio divino para vencerlos. Como hijos de Dios, tenemos acceso a Su fortaleza y consuelo en momentos de debilidad. No estamos solos en nuestra lucha, pues el Señor camina a nuestro lado, sosteniéndonos con Su poder omnipotente.
Entonces, ante las pruebas que se presenten, recordemos que en Cristo somos más que vencedores. Que nuestra fe se fortalezca en la certeza de que Dios es fiel para cumplir todas Sus promesas. Que en cada desafío encontremos una oportunidad para crecer en gracia y conocimiento. Y que, al final del día, nuestra confianza esté arraigada no en nuestras propias fuerzas, sino en la inquebrantable fidelidad de Aquel que nos llamó de tinieblas a luz, a comunión con Su Hijo Jesucristo.»
«Amados hermanos, en 1 Corintios 10-13 encontramos una verdad eterna que nos llama a reflexionar profundamente sobre la fidelidad y el poder de Dios en medio de nuestras pruebas terrenales. El apóstol Pablo nos ofrece un contraste claro entre la promesa divina y la realidad de nuestras experiencias humanas.
En primer lugar, consideremos la promesa: ‘No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar’. Aquí, Pablo nos recuerda que nuestras tentaciones son comunes a la humanidad, pero la fidelidad de Dios es extraordinaria. Él conoce nuestras limitaciones y nos sostiene con Su poder omnipotente.
Sin embargo, al mirar nuestras vidas cotidianas, a menudo nos encontramos luchando contra la tentación y sucumbiendo a ella. Como señala Pablo en el versículo anterior, ‘así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga’. Nuestra confianza en nuestras propias fuerzas nos conduce a la arrogancia espiritual y nos deja vulnerables ante las astutas artimañas del enemigo.
Pero gracias a Dios, no estamos abandonados a nuestra suerte. Él nos ofrece una salida en medio de la tentación, como lo afirma Pablo. Sin embargo, con frecuencia ignoramos esta salida, cegados por nuestro orgullo o nuestra falta de fe. Es entonces cuando experimentamos la verdad del versículo: ‘así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga’.
En conclusión, hermanos, que estos versículos nos sirvan de recordatorio constante de la soberanía y la gracia de Dios en nuestras vidas. Que reconozcamos nuestras limitaciones humanas, pero que confiemos en la fidelidad divina para sostenernos en medio de las pruebas. Y que, ante la tentación, busquemos la salida que Dios nos ofrece, en lugar de confiar en nuestras propias fuerzas. Porque en Él encontramos fortaleza y victoria sobre todo mal.»